Cuando una promoción es un castigo
Uno de los errores más comunes en startups. Promocionar a personas sin darles la formación mínima necesaria para el puesto.
Hoy no iba a publicar porque no me da la vida, pero mientras esperaba a la tostada del desayuno he visto un video viral en Twitter que me ha hecho recordar un tema del que quería escribir hace tiempo.
El vídeo en cuestión muestra a una señora visiblemente alterada discutiendo con una chica en la recepción de un establecimiento de EEUU. En un momento de la conversación la mujer dice que quiere ver al encargado, la chica se agacha debajo de la mesa, vuelve a aparecer y dice, “Hola, soy la encargada, ¿en qué puedo ayudarle?”.
Obviamente la mujer entra en furia asesina, tira algo que había sobre el mostrador, y al girarse descubre que la están grabando, aumentando aún más su ira y citando una ley que no viene al caso para que dejen de grabarla.
Dejando atrás las risas, lo más probable es que el movimiento de agacharse y levantarse le haya costado el puesto a la chica de recepción. Cuando estás en un puesto de atención al cliente no puedes hacer algo así, precisamente para no enfurecer más a alguien que de por sí ya está enfurecido.
Sin embargo, aunque le pueda costar el puesto, la realidad es que la culpa no es suya. Probablemente nadie le ha dado la formación necesaria para gestionar ese tipo de situaciones, y eso siempre es responsabilidad de la empresa.
Lo sé porque yo la cagué del mismo modo. Hace muchos años, allá por 2007 cometí el error de ascender a alguien sin darle la formación necesaria. Estábamos escalando la empresa y necesitaba poder delegar en alguien parte de mis responsabilidades, así que escogí a la persona que pensé que mejor podía hacerlo y de un día para otro le ascendí. Y me lo cargué.
Me lo cargué porque esa persona no estaba preparada para sus nuevas responsabilidades. Y yo no me preocupé de buscarle la formación necesaria para prepararle.
Yo era un puto flipado con menos de 30 años al que la vida le había sonreido teniendo éxito desde los 20 porque tuve la suerte de que se me diera bien hacer páginas web. Fuera de la universidad nunca había tenido formación o referentes de los que aprender. Siempre había sido autodidacta aprendiendo de Internet, libros, y en mis experiencias y errores del día a día. Pensaba que todo el mundo funcionaba igual.
Pero no es así. La gente tiene sus movidas e intereses propios. Ser un especialista en una actividad en concreto no te cataloga para ser un manager de personas que realizan la misma actividad. Los skills necesarios son totalmente distintos y puede llevar años aprenderlos por tu cuenta.
Desde entonces me prometí no ascender a nadie nunca más sin darle la formación necesaria. Y creedme que era difícil, porque os hablo de una época donde el término startup en España estaba en pañales. Siempre me gusta poner como referencia que el libro The Lean Startup de Eric Ries se publica en 2011.
Pero desde algunos años antes ya había algunos locos en España lanzando proyectos digitales. Las llamábamos empresas claro. Luego seríamos más cool y las renombraríamos a startups, claro.
Cuando la promoción es un castigo
Han pasado 15 años y el panorama ha cambiado sustancialmente. Hoy en día encontramos formación específica para casi cualquier puesto, dada por profesionales que ya han acumulado muchos años de experiencia.
Y sin embargo, sigo viendo a chavales al frente de startups repitiendo los mismos errores; ascendiendo a personas sin preocuparse de darles la formación mínima para el puesto y cargándose equipos al completo en el camino.
Lo peor es que muchas veces damos estas promociones porque históricamente la forma de ascender y cobrar más siempre ha sido por la vía de gestión de personas. Podías ser muy buen técnico, pero si no pasabas a manager y a llevar equipos, tu carrera se estancaba. Visto así, una promoción era un premio. También un camino al infierno.
Tener que dejar de hacer lo que mejor se te da, que requiere unos skills específicos que has adquirido durante años para lanzarte a un trabajo que requiere de otros muy distintos para los que además nadie te va a formar.
Eso no es una promoción, eso es un castigo.
Cómo evitar que una promoción sea un castigo
Como os decía, afortunadamente las cosas han cambiado. Por una parte, hay muchísima formación específica que podemos contratar para nuestros empleados.
Personalmente, asignaría un presupuesto de mínimo 3000€ para cualquier persona que cambiara de puesto, especialmente si pasa de Individual Contributor a People Manager.
Mínimo 3000€ porque la formación buena es cara. Y también es muy efectiva. Si alguien va a gestionar un equipo, quieres que aprenda los básicos lo antes posible. Busca a un referente en el sector que de formación específica y contrátalo para que le de un curso acelerado a tu empleado. Es la inversión más rentable que puedes hacer.
Por otra parte, también afortunadamente ya hemos empezado a desacoplar las subidas de sueldo de la rama de gestión de personas. Si antes sólo podías pasar de sénior a manager para cobrar más, hoy en día ya es común que los Individual Contributors cobren más que sus propios managers.
Eso permite que los mejores puedan dedicarse a lo que mejor saben hacer y sean recompensados adecuadamente por ello. Y sobre todo, evitas que personas que no están preparadas ni motivadas para llevar equipos, los terminen llevando. Si necesitas pagar a alguien más porque su trabajo es más valioso, hazlo. Pero por Dios, no le hagas manager simplemente para justificar pagarle más.
En resumen:
No promociones a nadie sin darle formación. La formación buena es cara. Págala.
No hagas a alguien manager a alguien simplemente por justificar pagarle más. Págale más y déjale hacer lo que mejor sabe.
Y recordad. La culpa nunca es del empleado. Si alguien la lía en su puesto, generalmente la culpa es de quién lo ha puesto ahí.