Cuánto me ha costado volver a la oficina
Salud, dinero y tiempo. El coste muy real de volver a la oficina para los empleados que trabajan en remoto.
En el pulso entre trabajadores y empleadores por el trabajo remoto, uno de los principales argumentos de los primeros es el ahorro de costes que supone poder trabajar desde casa.
En septiembre, tras tres años trabajando en remoto, decidí volver a trabajar a la oficina. Haberlo hecho, me ha permitido tener información de primera mano de todos los costes que me ha supuesto este retorno a la presencialidad.
En concreto:
Un deterioro en mi alimentación
Una mordida de hasta 2400€ directa al bolsillo
Unas 120h perdidas al año en transporte
Y otros costes directos e indirectos
Salud, dinero y tiempo
El grueso de los costes se concentra en temas relacionados con salud, dinero y tiempo. Os voy a contar mi percepción sobre los mismos uno a uno, pero, antes de avanzar, tened en cuenta que esto es sólo un ejemplo basado en mi situación personal. Cada persona, dependiendo de dónde viva o a qué distancia tenga la oficina, soportará unos distintos
Salud: Mi alimentación ha empeorado
Mi alimentación ha empeorado claramente desde que voy a la oficina. Principalmente porque, en vez de cocinarme mi propia comida como hacía cuando estaba en remoto, me la compro ya cocinada en casas de comida preparada.
Lo que antes podía ser una pechuga a la plancha y un gazpacho, ahora es una lasaña, pollo al horno, arroz a la cubana, o cualquier otro plato típico que encontramos en estos establecimientos. En general, las raciones son más copiosas de lo que comería normalmente, y están más condimentadas.
También tomo café en la oficina, que antes no tomaba. Y entre horas, quieras o no, alguna visita al horno que tenemos al lado de la oficina también hace que haya introducido dulces y refrescos en mi dieta de los que antes me libraba.
Dinero: Me cuesta unos 2400€ directos ir a la oficina
Obviamente, todo lo anterior tiene un coste directo que antes me ahorraba. A ojo y por redondear, diría que estoy gastando en comida unos 9€/día, o 180€ al mes. Podría ahorrar dinero cocinando en casa, aunque sería a cambio de tiempo libre, que es otra de las cosas que se han visto resentidas al volver a la oficina.
Otro de los gastos importantes de quiénes nos tenemos que desplazar a la oficina a trabajar, es el transporte. Tengo suerte y me desplazo en patinete, por lo que prácticamente me sale gratis. Amortizándolo a cinco años, podría decir que son 100€ al año. Pongamos 150€/año, por costes de electricidad, seguro, y reparaciones ocasionales.
Por redondear, asumamos que la comida y transporte me suman 200€ al mes, o 2400€ al año. Y soy muy afortunado porque vivo cerca y no tengo que desplazarme en coche. Si ese fuera el caso, en lugar de 150€/año, se podría ir fácilmente a más de 1000€ si computamos amortización, seguro y gasolina entre otros.
Tiempo: Pierdo 120 horas al año en trayectos
Si puedo moverme a la oficina en patinete, es porque tengo la suerte de vivir a 15 minutos. Un trayecto que, además, hago prácticamente completo a través del parque del Turia, lo cual me sirve para recargar las pilas.
En cualquier caso, al final del día, no dejan de ser 30 minutos ida y vuelta. Dos horas y media a la semana. Diez al mes. Ciento veinte horas al año que, seguro, podría dedicar a cosas más productivas.
Y aquí de nuevo, soy un privilegiado. Tengo la suerte de vivir en una ciudad de tamaño medio, y mi oficina está en el centro. En Madrid y Barcelona, no es raro perder 2 horas al día en trayectos, que a final de año son casi 500h al año desperdiciadas.
Otros costes directos e indirectos
Esos son los principales, pero por supuesto también hay otros costes directos o indirectos de volver a trabajar a la oficina.
Mi nivel de riesgo ha aumentado. Por ejemplo, el invierno y un entorno cerrado compartido entre muchos, es una magnífica receta para pasarnos enfermedades los unos a los otros. También le he unido el riesgo de sufrir algún accidente en el trayecto, algo que evitaría si me quedase en remoto.
He perdido foco. Los espacios abiertos para trabajar son un invento maravilloso para ahorrar costes, pero, desde luego, no favorecen el trabajo concentrado.
He perdido también poder de decisión sobre mis condiciones de trabajo. En casa, en tu despacho, te compras todo a tu gusto, pero en una oficina, generalmente, no vas a poder escoger tu silla, tu mesa o tu monitor. Te tendrás que acoplar al material que la empresa haya decidido comprar. De la pérdida de poder de decisión sobre la temperatura del aire acondicionado mejor ni lo nombramos.
¿Por qué he vuelto a la oficina?
Viendo el coste que supone volver a trabajar presencialmente a la oficina, ¿por qué he vuelto? En mi caso particular, como os comentaba, ha sido un tema de salud mental. Y es que, después de tres años casi por completo en remoto, me notaba bastante tostado.
Cada día estaba de peor humor. La mecha cada vez más corta. Las reuniones eran una bomba de relojería. Necesitaba ventilar. Y sabía que volver a la oficina me serviría como medio de descompresión.
Porque, pese a todos los costes e inconvenientes que tiene, hay un beneficio que es difícil de alcanzar en remoto, que es la posibilidad de socialización. Poder almorzar o tomarte un café en compañía. Tener a quién llorarle tus penas a tu lado cuando te sacan de quicio en tu última reunión. Salir a fumar aunque no fumes. Parecen tonterías, pero a mí personalmente me ayudan a mantener la cabeza en su sitio y ser más feliz en el día a día.
Otro aspecto clave que también ayuda es la separación de entornos. Trabajar en el mismo entorno en el que vives es duro. El trabajo está siempre a una puerta de distancia. En mi caso, acudir a la oficina me permite tener claramente diferenciados ambos, y eso también, me da paz mental.
En mi caso particular, pago el coste de volver a la oficina porque me compensa. Ahora bien, si mi trayecto fuera de una hora y tuviera que hacerlo en coche, la película sería muy distinta.
Concluyendo
El coste para un empleado de ir a trabajar a una oficina, especialmente cuando sabe que podría hacer su trabajo perfectamente desde su casa, es muy real. El debate sobre el trabajo remoto está más que justificado.
Entendiendo los costes, lo suyo sería que las empresas justificasen muy bien las razones por las que quieran forzar el retorno a las oficinas. Si los empleados entienden que sólo hay razones caprichosas detrás, como lamentablemente sucede en la mayoría de los casos, se resistirán con todas sus fuerzas.
Si tengo que elegir, la flexibilidad es, desde mi punto de vista, el mejor escenario. Confía en tus empleados y permíteles escoger si quieren utilizar la oficina o trabajar desde casa. En mi opinión, las empresas que logren hacer funcionar este modelo híbrido, el cuál exige un liderazgo superior a la media, serán las grandes triunfadoras del futuro.
Ojalá flexibilidad y el modelo híbrido gane a largo plazo.
Si haces una encuesta la mayoría prefiere estar en casa, pero a la larga, como bien has explicado, no suele ser lo mejor para la salud mental.
Yo, que soy autónomo y puedo elegir donde trabajar el 100% del tiempo, prefiero mezclar ir a un coworking 3 días a la semana con quedarme en casa otros dos días.
Cada persona es única y lo más importante evolucionamos. Lo que ayer te servía y gustaba puede que hoy cambie. Que bonito ver el potencial de las personas adaptándose con autorreflexión para mejorar su calidad de vida 🎉