El impacto de la victoria de Trump sobre el sector tecnológico
Un dólar más fuerte, inflación, aranceles y tipos de interés: el futuro incierto del sector tecnológico tras la reelección de Trump.
Salvo que hayas estado en coma durante las últimas semanas, ya sabes que Trump ha ganado las elecciones en EEUU y será de nuevo presidente del país más poderoso del mundo.
También será su segundo, y, por ley, último mandato. Y por sus primeros nombramientos para puestos clave como el de secretario de defensa o el de fiscal general, sabemos que se está rodeando de leales que no le pondrán trabas para llevar a cabo sus ideas.
Ahora bien, ¿cuáles son esos planes y cómo pueden repercutir en el sector tecnológico?
Las principales medidas de Trump
Estas son las principales medidas que Trump ha anunciado durante la campaña electoral:
Imposición de aranceles a importaciones
Recortes de impuestos a empresas e individuos
Deportación de ilegales y restricciones a la inmigración legal
Eliminar regulaciones
La respuesta inmediata de los mercados ha sido un fortalecimiento del dólar frente al resto de divisas.
Desde el punto de vista del sector tecnológico, un dólar más fuerte es una buena noticia si tu balanza comercial con EEUU es positiva. Es decir, si vendes más de lo que compras allí. Así, por ejemplo, una empresa española que tenga gran parte de su negocio en EEUU tendrá un impacto positivo en facturación, ya que cobrará en dólares y, generalmente, pagará salarios en euros. Por el mismo motivo, esta empresa es ahora más competitiva en relación con sus competidores estadounidenses.
Si no tienes negocio en EEUU, un dólar más fuerte puede ser una mala noticia si tienes servicios contratados en dólares que te serán más caros pagar.
En cualquier caso, lo verdaderamente importante para el sector tecnológico son las razones por las que el dólar sube: el mercado está anticipando una subida de la inflación en EEUU.
Vuelve el fantasma de la inflación
Tres de las cuatro medidas que ha venido aireando Trump durante su campaña son inflacionarias.
La imposición de aranceles, de entre el 10 y el 20% a todas las importaciones, supone un incremento de precios directo a los consumidores en todos los productos afectados.
Los recortes de impuestos, a corto plazo, dejarán más dinero para gastar en los bolsillos de los ciudadanos, lo cual puede repercutir en un sobrecalentamiento de la economía.
Las deportaciones masivas podrían aumentar el precio de productos básicos en sectores como la agricultura, que históricamente ha empleado mano de obra irregular.
Únicamente la eliminación de las regulaciones podría tener un efecto desinflacionario, pero el mercado no parece anticipar que vaya a ser suficiente para contrarrestar el impacto del resto de medidas.
¿Y cuál es el problema de que aumenten las expectativas de inflación para el sector tecnológico? Su impacto en los tipos de interés.
El impacto de los tipos de interés en el sector tecnológico
En estas páginas, por suerte o por desgracia, he hecho mucha pedagogía en torno al impacto de los tipos de interés en el sector tecnológico. En concreto, en el artículo Adiós a los buenos tiempos, comentaba:
La razón más aceptada de las causas de esta crisis tiene mucho que ver con el ciclo económico y la labor de los bancos centrales manejando los tipos de interés para intentar controlarlo.
Los ciclos económicos oscilan entre expansión y contracción. Cuando la economía sufre un parón como el del COVID o la crisis financiera de 2008, los bancos centrales reducen los tipos para tratar de estimular la economía.
Reducir los tipos de interés tiene un doble efecto. Por un lado, reduce los rendimientos de las formas más seguras de ahorro, los depósitos y bonos. Esto hace que aquellos que quieran sacar rentabilidad a su dinero tengan que tomar más riesgo para batir a la inflación. Digamos que bajar los tipos de interés consigue poner en movimiento el dinero que de otra forma estaría parado en cuentas y bonos.
Por otra parte, reducir los tipos de interés también abarata el crédito, lo que permite a las empresas financiarse más barato y acometer proyectos de expansión que de otra forma quizás no ejecutarían.
Pero, del mismo modo que sirven para animar a la economía, ahondar en una política de tipos de interés bajos, también hace que esta se sobrecaliente y puedan aparecer tensiones inflacionarias. Cuando aparecen, los bancos centrales, cuyo principal propósito es controlar la inflación, se ven obligados a subirlos.
Subir los tipos de interés devuelve la rentabilidad a los depósitos y bonos y encarece el crédito. Ambos factores actúan retirando dinero del mercado, enfriándolo.
En año y medio, entre febrero de 2022 y agosto de 2023, la Reserva Federal Estadounidense subió los tipos de interés del 0.25% al 5.5%, niveles no vistos desde la crisis financiera de 2007.
Las consecuencias de la subida, en una industria volátil como es la tecnología, son por todos conocidas. La desaparición de la financiación y la búsqueda de la eficiencia han supuesto la desaparición de miles de startups y la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo.
Parecía que lo peor había pasado cuando la Reserva Federal volvía a bajar tipos en septiembre de este 2024, pero la victoria de Trump ha frenado en seco la euforia.
Es virtualmente imposible saber qué va a pasar. El nivel de incertidumbre es máximo. Y como bien reza el dicho, ”no hay nada más miedoso que un millón de dólares”, es de prever que fondos de capital riesgo y empresas echen el freno de mano en sus inversiones hasta que haya más claridad en las intenciones y acciones de Trump.
Por ejemplo, dependiendo de la política de aranceles, podríamos ver los tipos de interés bajar en Europa, como forma de espolear la economía ante el impacto de la pérdida de comercio con EEUU. Esto es lo que parece anticipar el mercado con la caída del euro con respecto al dólar, y podría incluso ser positivo para el sector tecnológico a este lado del océano.
Conclusiones
Una curiosa ventaja de este posible giro macroeconómico respecto del de la crisis del 2022 es que nos pilla todavía de resaca, por lo que es difícil prever que vivamos más recortes. Sencillamente, no se puede recortar mucho más de donde no hay.
Más complicado lo pueden tener aquellas empresas que entraron con caja en la crisis y no se han ajustado esperando una salida temprana como la que parecía que se iba a producir. Ahora mismo esa salida se ha pausado, y no está nada claro el futuro inmediato. Serán las menos en todo caso.
También es probable que los planes de expansión y crecimiento, y por ende, las contrataciones, se pausen temporalmente. Especialmente aquellos planes que dependiesen de una posible ronda de financiación.
Obviamente, todo esto afectará más a quien más exposición tenga a EEUU, y dependiendo de sectores. Al hardware, por ejemplo, es muy fácil aplicarle aranceles, mientras que el software tradicionalmente no ha sido objeto de los mismos.
Todo esto a corto plazo. A largo plazo, un dólar más fuerte, unido a la posible desregulación, podría suponer que empresas americanas salieran a comprar a competidores en Europa, y por supuesto, también les facilitaría la adquisición de talento. Pero, si ya tenemos incertidumbre en el corto plazo, a largo no os quiero ni contar.
A todas luces, parecee que 2025 va a ser movido. Probablemente hasta mitad de año no tengamos más de certidumbre sobre el futuro. Mientras tanto, no queda otra que seguir actuando con cabeza y tratar de no hacer gastos superfluos que puedan poner en riesgo a nuestra empresa.
De todo se sale. Hasta de Trump.
¡Gracias por esta reflexión Simón y otro gran post!
Precisamente el Jueves pasado en la sesión de Q&A en Product Tank Madrid hablamos de porque las empresas están tan obsesionadas con la rentabilidad ahora y no en el pasado.
Y yo contesté (gracias a que soy seguidor de este newsletter desde hace tiempo 😉) que esto quizás era debido a los tipos de interés de los últimos años.
Como siempre, gracias por compartir tus reflexiones 🙏