El impacto de los aranceles en el sector tecnológico
Los retos del sector tecnológico ante la guerra comercial. Ralentización de la innovación, frenazo a la inversión, y aumento de costes generalizado.
No me lo creía y he tenido que irme a la Wikipedia para comprobarlo. Donald Trump tomó posesión del cargo de presidente de los EEUU el 20 de enero de 2025, es decir, hace menos de tres meses. No sé a vosotros, pero con los vaivenes que le está metiendo a la economía, a mí se me han hecho eternos.
El último rejonazo de Trump al orden mundial lo dio el pasado jueves, 2 de abril, el “bautizado” Día de la liberación de los EEUU. Sin saber muy bien de qué se tenía que liberar, el resultado es que repartió aranceles a casi todos los países del planeta.
El índice SP500 no se lo tomó especialmente bien y cayó cerca de un 5% ese día. Y al siguiente, otro 6%, en respuesta a la reacción de China de aplicar los mismos aranceles a los productos estadounidenses. Lo que viene siendo una guerra comercial en toda regla.
Está por ver qué reacción toma Europa, pero muy probablemente responda de forma parecida a China, que es lo que dicen los manuales de teoría de juegos que debes hacer ante este tipo de amenazas. Si se confirma, podría desencadenar otro día negro en los mercados. Cosa que a Trump parece no importarle lo más mínimo.
Hace unos meses escribí El impacto de la victoría de Trump sobre el sector tecnológico, que podría resumir así:
Las medidas anunciadas por Trump en campaña eran principalmente inflacionarias, lo que unido a un dólar fuerte, podía mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo, frenando la inversión en startups.
Menos de tres meses después, y tras el giro en política económica más grande de los tiempos recientes, toca reevaluar la tesis, ver dónde nos encontramos y cómo puede afectarnos como sector.
Los objetivos de Trump con los aranceles
En realidad, es muy difícil saber qué pretende conseguir Trump con los aranceles. Dentro de su propio gabinete, hay quién defiende que son una herramienta para reindustrializar EEUU, y quién defiende que son una táctica negociadora para obtener mejores acuerdos con terceros países. Lo que está claro es que es una cosa o la otra, pero no puede ser las dos al mismo tiempo.
Una de las teorías que he leído a la que le encuentro más sentido es que Trump quiere causar una recesión para conseguir un dólar más débil y que los tipos de interés bajen.
Un dólar más débil le permitiría a sus empresas exportar aún asumiendo aranceles recíprocos. Por ejemplo, si el dólar se devaluase un 20% anularía un posible arancel europeo del 20%. Por otra parte, un tipo de interés más bajo le permitiría ahorrar billions en el pago de intereses, bajar el coste de las hipotecas, e inundar de nuevo el mercado de crédito barato lo que debería causar una expansión.
Puede parecer un plan sólido, si no fuera por las decenas de efectos de segundo orden que nos perdemos, en especial, en relación a la inflación. Y es que los aranceles son claramente inflacionarios, porque provocan una subida generalizada de precios, tanto en productos importados, como también en no importados cuyos productores pueden subirlos porque su competencia tiene que pagarlos.
De momento la Reserva Federal, pese a las presiones de Trump, ha dicho que mejor espera a ver cómo evoluciona la economía antes de bajar tipos oficialmente. Eso sí, con su caótica política económica, Trump está consiguiendo hacerlo indirectamente, y es que buena parte de todo el dinero que sale de la venta de acciones por el pánico bursátil, termina invertido en bonos, aumentando su demanda y bajando su tipo de interés.
Dicho todo esto, y asumiendo que tenemos un buen lío montado, voy a tratar de anticipar algunas ideas del impacto en el sector tecnológico de estos aranceles.
El impacto de los aranceles en el sector tecnológico
En primer lugar, tenemos que distinguir entre bienes y servicios. Los aranceles de Trump se han enfocado en los primeros, lo que quiere decir que afectan a lo que se puede tocar, el hardware.
A modo de ejemplo, las empresas Chinas se despertaron el día 5 con un arancel adicional del 34% (adicional porque ya tenían otros aplicados, que llevan el total a más del 50%). Obviamente, aplicar un sobrecoste de más del 30% a tu producto de un día para otro tiene un efecto brutal en tu negocio. Las empresas de hardware que trabajan con producto físico son, desde luego, las grandes perjudicadas.
El software, por su parte, de momento se libra de tener aranceles directos. Digo de momento, porque Europa ya ha avanzado que tiene en el punto de mira los servicios provenientes de EEUU. Así, el coste de AWS, Google Cloud, o cualquiera de los múltiples servicios made in USA que utilizamos diariamente en nuestro sector podría verse incrementado sustancialmente. Y, si Europa actúa en esta dirección, y EEUU respondiera en la misma, entonces sí podríamos esperar un impacto arancelario directo en empresas europeas que vendieran software a EEUU.
Si al posible aumento del coste de los servicios, le unimos la incertidumbre generalizada, un escenario plausible es que las empresas ajustarán sus gastos, cortarán proyectos de innovación y pondrán el freno en la contratación de nuevos perfiles. Un escenario que lamentablemente conocemos muy bien, porque es el mismo que llevamos arrastrando desde que comenzó la crisis del sector tech tras la pandemia.
La incertidumbre tampoco es buena compañera de viaje de los inversores en capital riesgo. Se reevaluarán modelos económicos y a los fondos les será más complicado captar dinero que invertir. También, porque la caída en los mercados que estamos sufriendo cierra las ventanas de oportunidad de salir a bolsa y de ser adquiridos, dos de los exits típicos de los fondos de capital riesgo.
La guerra comercial puede hacer también que el foco de los inversores vire hacia lo nacional. Así, el mercado europeo podría perder el acceso a los grandes fondos estadounidenses, que se concentrarían en su propio país.
Es previsible que los propios clientes también sean presa de este sentimiento nacionalista. Yo mismo, usuario de iPhone desde hace más de una década, le he dado una vuelta a salir del ecosistema Apple la próxima vez que tenga que renovarme el teléfono móvil, principalmente por los ataques a Europa de personas muy próximas a Trump.
Si la guerra comercial se acentúa y este sentimiento nacionalista termina haciendo que nos enfrentemos en lugar de colaborar, también pagaremos un peaje global en la ralentización de la innovación a nivel global. El mundo avanza más deprisa si todos colaboramos entre todos, en lugar de sólo con los de nuestro bloque geopolítico de confianza.
Conclusiones
En definitiva, esta guerra comercial nos enfrenta a un futuro sombrío, uno al que el planeta no ha estado expuesto desde el final de la segunda guerra mundial. Su impacto en el sector tecnológico, acostumbrado a un entorno globalizado y estable, puede no ser despreciable.
El mejor escenario a día de hoy es que los aranceles duren lo menos posible. El problema es que con Trump, puede pasar cualquier cosa. Soy perfectamente capaz de anticipar tanto que los levanta la semana que viene, como que los mantiene por lo menos hasta el próximo ciclo electoral. La incertidumbre es máxima, y cuando eso sucede, las empresas se vuelven conservadoras por necesidad.
Aunque no podamos predecir exactamente cuánto durarán los aranceles, sí está en nuestras manos adaptarnos, minimizar riesgos, y estar preparados para cuando la tormenta amaine. Algunos términos clave para este nuevo presente serán: optimización de costes, diversificación geográfica y automatización. La capacidad de implementar estos conceptos determinará qué empresas superan la crisis fortalecidas y cuáles se quedan atrás.
¿Será Trump el Nerón/Calígula que incendie toda nuestra civilización?