La gran teoría del gilipollas de Internet
Por qué la gente puede transformarse al acceder a Internet. La influencia del anonimato, las razones a favor y en contra de abolirlo, y las alternativas que tenemos si queremos preservarlo.
Esta noche, Francia ha detenido al fundador de Telegram bajo una extensa lista de cargos. La principal acusación está relacionada por la recurrente negativa por parte de la empresa por cumplir las peticiones de moderación y colaboración por parte de las autoridades en relación a casos de: terrorismo, drogas, fraude, blanqueo o pederastia, entre otros.
Justo da la casualidad que yo tenía medio preparada la entrada a continuación, en la cual comento por qué es importante que las grandes plataformas moderen sus contenidos si queremos proteger la privacidad y el anonimato en Internet.
Con la noticia de última hora de la detención le he dado un último repaso, y aquí la tenéis. ¡Disfrutadla!
Hace unos días en España sucedió un terrible crimen. Un individuo encapuchado asesinó a un niño de 11 años en un campo de fútbol. Las redes rápidamente se inundaron de mensajes apuntando a la posibilidad, certeza para algunos, de que el asesino fuera un inmigrante.
A los pocos días se detuvo a un joven español de 20 años como presunto autor del delito. Muchas cuentas tuvieron que recoger cable, algunos incluso cerraron las suyas, pero el daño ya estaba hecho.
A raíz del incidente, un fiscal de la sala contra delitos de odio, proponía prohibir el acceso a redes a quien mostrase este tipo de conductas. Partidos políticos no han dudado en subirse al carro y promover directamente el fin del anonimato en Internet.
El PP apoya la idea de terminar con el anonimato en redes sociales como fórmula para impedir o limitar las campañas de odio en Internet, como la producida tras el asesinato de un niño de 11 años en Mocejón (Toledo). Así lo ha asegurado este miércoles el portavoz adjunto del partido en el Senado, Antonio Silván, en una rueda de prensa después de que el fiscal de Sala contra los Delitos de Odio y Discriminación, Miguel Ángel Aguilar, haya propuesto modificar el Código Penal en este sentido. Sobre la posibilidad de prohibir el acceso, el PP dice que estudiará el planteamiento concreto. -- Via ElDiario.es
A lo largo de esta entrada hablaremos de por qué la gente puede transformarse al acceder a Internet. La influencia del anonimato, las razones a favor y en contra de abolirlo, y las alternativas que tenemos si queremos preservarlo.
La gran teoría del gilipollas en Internet
La gran teoría del gilipollas en Internet postula que cualquier persona aparentemente normal puede transformarse en un auténtico cretino cuando interactúa con una audiencia cautiva bajo una capa de anonimato.
El origen del término se atribuye a una viñeta publicada en 2004 en Penny Arcade, uno de los primeros webcomics de Internet. En la imagen podemos ver una pizarra describiendo la actitud de ciertos jugadores de Unreal Tournament, uno de los primeros shooters de la época, con una fórmula:
Una persona normal + Anonimato + Una audiencia = Auténtico Gilipollas
En el texto acompañando a la viñeta, el autor daba más contexto:
Unreal Tournament es un gran juego que aporta un valor casi ridículo. Su único defecto no está en el código, sino en los seres humanos que sienten que tienen licencia para decir lo que quieran porque han comprado la copia que incluye unos auriculares.
Cualquiera que haya pasado suficiente tiempo en Internet sabe que el nivel de toxicidad de ciertas comunidades es ridículamente alto. Pero, ¿por qué sucede? ¿Qué hace a determinadas personas transformarse en seres repugnantes en Internet?
El efecto de desinhibición online
Pocos meses después de la publicación de la viñeta, el psicólogo John Suler publicó un artículo académico titulado “El efecto de desinhibición online”. Según el autor, las personas pueden comportarse de forma distinta online que en sus interacciones cara a cara, atribuyéndolo a seis factores:
Anonimato: Cuando las personas tienen la oportunidad de separar sus acciones en Internet de su identidad, se sienten menos vulnerables a mostrarse tal como son y actuar de forma desinhibida. El anonimato impide que lo que digan o hagan pueda vincularse directamente con su vida real. Esto hace que puedan llegar a crear un “yo” alternativo que existe sólo en el contexto de su interacción en redes, y sobre el cual pueden no asumir la responsabilidad de su comportamiento.
Invisibilidad: Similar al concepto de anonimato, el saber que no hay nadie observándote y evitar el contacto visual hace que nos desinhibamos más al interactuar. Hacemos y decimos cosas que no diríamos si hubiera alguien en la sala mirando lo que hacemos.
Asincronicidad: En la época en la que se publicó el artículo, la comunicación en Internet era menos síncrona que hoy día. Para Suler, cuando no tenemos que lidiar con la reacción inmediata de alguien, como en una discusión cara a cara, también hace que nos desinhibamos más.
Introyección solipsista: Este complicado término describe cómo, en ausencia de las señales físicas del mundo real, como los gestos o la entonación, tendemos a proyectar esos vacíos idealizando o demonizando a nuestros interlocutores. Esto, de nuevo, puede llevar a hacer nuestras interacciones online más intensas de lo que deberían.
Imaginación asociativa: Aquí, Suler explica cómo la percepción de los espacios online como separados del "mundo real" puede llevar a pensar que las normas de este no aplican al mundo virtual. Unido al anonimato y la invisibilidad, fomentan que las personas actúen de maneras que de forma normal no harían.
Minimización de la autoridad: Al interactuar online, carecemos de las señales visuales y sociales que normalmente indican autoridad (como apariencias o espacios físicos). Esto hace que pensemos que las relaciones sean más igualitarias de lo que en realidad son. Al percibir menos autoridad, también se reduce el miedo a las consecuencias de lo que decimos o hacemos, lo cual puede dar lugar a comportamientos más arriesgados.
El efecto de desinhibición online es real, ahora bien, ¿es la solución abolir el anonimato en Internet?
El caso para abolir el anonimato en Internet
El argumento para abolir el anonimato en Internet es claro. Si el anonimato es uno de los factores que permiten desinhibirnos y disociar nuestras acciones de nuestro yo del mundo real, eliminándolo podríamos esperar que la gente se comportase de forma más cívica. Esto podría influir positivamente en:
La reducción de la toxicidad online
La difusión de noticias falsas y mensajes de odio
La radicalización de la sociedad
Una mejora general de la conversación en Internet
¿Quién no quiere todo lo anterior? De salida suena idílico. Ahora bien, ¿qué sacrificamos a cambio?
El caso para defender el anonimato en Internet
Abolir el anonimato en Internet también tendría efectos negativos. Por ejemplo:
Impacto en la libertad de expresión: el anonimato permite que se abran conversaciones sobre temas que hoy en día viven en los márgenes de lo socialmente aceptable, pero que más adelante pueden ser asimilados precisamente porque alguien los pudo articular en su momento sin miedo a represalias.
La abolición del anonimato podría terminar, por tanto, restringiendo el discurso en Internet a lo que la sociedad acepta en un momento dado, ya que aquellos con opiniones diversas se podrían autoexcluir voluntariamente para no quedar marcados.
Impacto en grupos marginados y la salud mental: el anonimato permite discutir asuntos que quizás de otra forma no abordarías abiertamente. Individuos que han sufrido acoso o enfermedades, se benefician de que existan grupos de personas anónimas que comparten sus experiencias y les guíen en momentos de dificultad.
Impacto en las denuncias de delitos: no es casualidad que una de las garantías que cualquier entidad que lucha contra el fraude ofrezca a sus informadores sea el anonimato. Si lo abolimos, es de esperar que perdiéramos muchas denuncias que hoy día dan lugar a investigaciones y ayudan a mantener a raya el comportamiento de empresas e industrias enteras.
Viendo los posibles efectos secundarios de la abolición del anonimato en Internet, no es de extrañar que a gobiernos de todos los colores les parezca una idea atractiva. Hacerlo, les permitiría restringir el discurso y defender el statu quo, que sin duda es algo muy sugerente una vez has logrado llegar a la clase dirigente.
Las alternativas al fin del anonimato
A veces me habréis leído en estas líneas que he llegado a considerar que Internet ha sido un error, especialmente cuando observo la división y la radicalización de la sociedad en redes sociales. Llegado a este punto de hartazgo, la abolición del anonimato en aras de proteger a la sociedad de los grandísimos gilipollas, parece hasta una buena idea.
Es sólo cuando te paras a pensar en los efectos de segundo orden que tendría sobre la libertad de expresión, la supresión de ideas no convencionales o el impacto en grupos marginalizados, que razonas que quizás no lo sea tanto.
¿Existe alguna alternativa a la abolición que permita deshacernos de los gilipollas sin tener que perder los beneficios del anonimato?
Moderación de las grandes plataformas
Hay una medida fundamental que es la que están atacando todos los reguladores que consiste en que las grandes plataformas se responsabilicen de la moderación del contenido.
No es un secreto que los Youtube, Tiktok, Instagram, Facebook o X, actúan como las principales fuentes de difusión de contenidos de la actualidad. Tampoco es un secreto que no son entidades benéficas, sino empresas cuya principal responsabilidad es para con sus accionistas.
El problema es que hay un clarísimo conflicto de interés entre lo que es bueno para la sociedad y lo que lo es para su cuenta de resultados. Todas estas plataformas viven de la publicidad, y para eso necesitan que estemos cuanto más tiempo mejor en sus propiedades. Curiosamente, para potenciar que nos quedemos enganchados, enfrentarnos, cabrearnos, es una magnífica solución de corto plazo.
Evitar que ese conflicto de interés acabe impactando en la sociedad forma parte de las funciones que le otorgamos a los gobiernos. El problema es que como conseguirlo sin que se pueda interpretar como un intento de censura.
El caso de Telegram por ejemplo es paradigmático. Esta, bajo la excusa de la libertad de expresión, da cabida a toda clase de canales, incluídos algunos que fomentan actividades delictivas. La empresa es famosa por ignorar todas las peticiones y la ausencia de moderación. De hecho, precisamente esta es una de sus palancas de adquisición y retención: si permite lo que otras no y no coopera con las autoridades, se convierte en el único sitio dónde todos estos grupos pueden organizarse, lo que económicamente le beneficia. Por no hablar de que la moderación tiene un coste, no menor, que también se ahorra.
¿Deben ser las grandes plataformas responsables de lo que ocurra en sus dominios? Hace unos años, siendo más joven, me hubierais visto defender que no, que las plataformas son agnósticas y que los únicos responsables son los usuarios. En este punto de la historia, viendo sus conflictos de interés, lo enfrentada que está la sociedad, y que se llegan a considerar medidas como el fin del anonimato, opino que sí deben serlo.
Educación
Volviendo al tema de las alternativas a la abolición del anonimato, necesitamos educar en el uso de las redes. Tenemos que enseñar que en realidad el anonimato total no existe y que todo lo que hacemos deja un rastro que se puede seguir. Tenemos que conseguir hacer entender que no existe una separación entre el mundo real y el mundo virtual que nos aisle de las consecuencias de nuestros actos. Y sobre todo, tenemos que educar en empatizar con el que está al otro lado y ponernos en su lugar antes de soltar lo primero que se nos ocurra en redes.
Legislación
Por último, tenemos que legislar contra quien abuse del anonimato. Como sociedad, debemos establecer ciertos límites sobre lo que consideramos libertad de expresión frente al fomento del odio y el acoso online. Tenemos que dotarnos de herramientas por las cuales se puedan denunciar y condenar ciertas actitudes contra determinados grupos o individuos.
Conclusiones
El anonimato es una moneda de dos caras. Por un lado, favorece la libertad de expresión y protege a los más vulnerables, permitiéndoles alzar su voz sin miedo a represalias. Por otro lado, puede ser un caldo de cultivo para la toxicidad, la desinformación y el odio, ya que sabemos que es uno de los factores que contribuyen al efecto de desinhibición online.
Encontrar el equilibrio entre estos dos extremos, sin coartar la libertad individual ni permitir la impunidad, es el desafío que debemos afrontar como sociedad.
Desde mi punto de vista, debemos enfocarnos en construir un Internet más responsable, educando a los usuarios, pero también exigiendo a las plataformas que asuman un rol más activo en la moderación de contenido.
Sólo a través de un esfuerzo conjunto podremos construir un entorno digital más seguro, respetuoso y que dé cabida a interacciones anónimas.
Buen artículo!
Yo me acabo de desinstalar X después del caso de Toledo, la gota que colma el vaso a tanto odio y tanto bulo potenciando dividir a la sociedad.
Quizá otra vía que no has mencionado es potenciar mecanismos del estilo Community Notes de X. No se cómo funcionan exactamente pero el concepto de que la propia red se "autoregule" dejando en evidencia las falsedades ses de alguna forma esperanzador.
Un saludo!